Los dioses de colores

Imagínese ir por la calle y tener que esquivar las ratas que corren entre la basura. El olor a muerte y podredumbre inunda el aire, pero ve como otros a su alrededor por la costumbre ya no son afectados. El agua sucia estancada en las calles y gente durmiendo en el suelo.

Camilo se bajó del avión y lo primero que vio fueron decenas de colores. El verde, rojo y azul se movían al ritmo de los pasos de la gente. El aeropuerto de Bombay es uno de los más hermosos del mundo y no solo por su arquitectura, también por el arcoíris que forma la gran multitud que llega y se va.

Llegó a India para hacer un voluntariado después de graduarse como artista de la Universidad de los Andes. Se subió a la ruta que lo esperaba y se dirigió a la casa donde se quedaría las próximas semanas. Impresionado por el tamaño de Delhi, empezó a memorizar las zonas de la ciudad. Era increíble la cantidad de gente que veía y la limpieza del lugar, a pesar de estar tan poblado, las calles se veían limpias, casi impecables.

Su asombro fue creciendo cuando iban entrando al barrio donde pasaría la mayor parte de su tiempo los próximos meses, Faridabad: la limpieza de las calles habían quedado atrás y el aire se tornaba más pesado y nauseabundo. Tenía muy claro desde el principio que iba a uno de los barrios más pobres de la capital india, pero estaba abrumado por lo que veía: basura por todas partes, cuerpos vivos y muertos tirados en el piso y casas extremadamente pobres.

India es un país en extremo religioso y se rige estrictamente por sus costumbres. Con más de 300 millones de dioses, India está llena de templos sagrados donde los fieles van a adorarlos, pero no todos pueden entrar. Los parias son considerados lo peor de la sociedad y su posición es el castigo por algo que han hecho en su vida pasada. Está prohibido hablarles o tocarlos, además no pueden ingresar a los templos a adorar a sus dioses como quisieran. El sistema de castas es extremadamente estricto y muy respetado, así que es muy común ver personas fuera de los templos llenos de tatuajes en el cuerpo como forma de adoración.